Historia
Se han encontrado yacimientos datados en la Edad de Bronce tanto en la isla de Ibiza ( dibujos en el abrigo de Ses
Fontanelles) como su hermana menor Formentera (Monumento megalitico de Ca na Costa) que prueban su población desde
el 2000 al 1600 AC. La isla de Ibiza conserva restos arqueológicos fenicios y púnicos, pues fue un enclave comercial relevante
dentro de la cultura náutica de este pueblo. Tanto en la ruta del este al oeste como al revés, la isla era punto de paso propicio
para los navegantes por los vientos reinantes y las corrientes del Mar Mediterráneo. Aproximadamente a mitad del siglo
VIII a. C. se funda el primer asentamiento estable en la zona S-W, el yacimiento de Sa Caleta, que se ocupará hasta finales
del mismo siglo cuando será abandonado. Es desconocido el destino de los pobladores que pudiesen encontrar estos marinos
fenicios, pero a todos los efectos desaparecen como entidad propia.
Aproximadamente en la misma época se comienza a urbanizar la ciudad de Ibiza, en la misma ubicación que la actual ç
ciudad, debido sobre todo a su gran puerto, mucho más grande que el actual y a la situación sobre una pequeña colina de unos
100 m sobre el nivel del mar. Entre el siglo VII a. C. y un momento indeterminado, la isla quedará dentro de la órbita de las
polis cananeas de Oriente Medio hasta su conquista por los asirios y de Qart Hadasht (Cartago), después hasta su destrucción
or los romanos el año 146 a. C.
La ocupación extensiva de la isla hará que crezca su producción y riqueza de productos hasta ser nombrada por los
historiadores romanos por su lana, higos, los vinos y su sal. Prueba de su auge económico son las acuñaciones propias hechas
en la isla desde finales del siglo IV a. C. con el símbolo de la isla, el dios Bes, al que se debe el nombre de ʔybšm (<איבשם> =
*ʔiboshim, 'isla de Beš'), sincretismo del dios de la fertilidad fraternal egipcio. También es buen ejemplo de este auge la
fundación en Mallorca de una serie de asentamientos económicos en la zona sur cerca de las salinas para su
aprovechamiento, así como de las relaciones económicas con los isleños de la cultura talayótica. Ibiza aparece ya durante la
segunda guerra púnica asediada y asolada por los hermanos Escipiones tras su victoria en Cesse. Abandonada, sin ser tomada
la ciudad, por los romanos que creen que una flota cartaginesa esta de camino. Aparece nuevamente mencionada como última
ciudad leal a Cartago cuando el general púnico Magón huye a ella tras ser rechazado por Gadir/Cádiz. Magón se rearma en
Ibiza y marcha ya a Menorca a reclutar mercenarios y fundar Mahón. Ibiza no tarda en ser pragmática y se rinde libremente
a los romanos, lo que le permite mantener sus sistemas sociales y su cultura púnica hasta bien entrado el principado romano.
Es en esta época donde Ibiza también es conocida como "Insula Augusta" en continuidad a su nombre sagrado fenicio de Isla
de Bes. No tarda en recibir el estatus de municipio romano lo cual le confiere mayores derechos. Esto sin embargo no pude
frenar la lenta decadencia de este puerto e isla. Tras la elección de Tarraco/Tarragona como capital de la provincia de la
Tarraconesis, el tráfico marino cambia y empieza a tomar unas rutas más cercanas a la recién conquistada Mallorca (123 BC).
También los romanos comerciaron con las Islas Baleares, que poseían ciertas riquezas como la sal, higos o la extracción de
minerales (minas de galena-argentífera y minio en s´Argentera - San Carlos). <איבשם> ʔybšm (pronunciación reconstruida
como *[ʔiboʃim]) fue el nombre que le dieron los fenicios,[2] y Ebusus su adaptación al latín. Junto a Formentera se conoce
como las islas Pitiusas, debido a la abundante presencia de pinos de tres clases diferentes. Mientras en las islas mayores
habitaban tribus menos desarrolladas culturalmente y con tradiciones bárbaras a los ojos de la cultura helenística, en las
Pitiusas vivían gentes de tradición semita, descendientes de emigrantes de Oriente Medio, Qart Hadasht o las polis semitas
del sur de la Península Ibérica. La razón para poner este nombre a las islas sólo pudo ser la de no llamarlas "islas de los
cananeos", que marcaría la pertenencia a dicha órbita, pues pinos, a los que la tradición aduce el nombre, hay tantos o más
en Mallorca y Menorca como en las Pitiusas.
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